que trajeron del recuerdo aquellos viejos tiempos
donde te hacías un arco en el aire domando los potros de la estancia.
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donde juntos galopeábamos
recorriendo potreros y mientras el día se marchaba
detrás del horizonte y la noche comenzaba a despintar el cielo.
Me acompañabas hasta el portón de entrada de mi puesto
para decirme, con un ademán en la punta del sombrero.
Hasta mañana hijo, en un galope estoy en casa.
Y te marchabas rumbo al casco de la estancia
donde junto al mayordomo, como capataz de la Rosadita del Sur,
rendias cuenta de las labores realizadas por el personal a cargo.
Eran tiempos de mucho trabajo, mal pago,
de peones pobres y estancieros ricos.
Eran épocas de Gobiernos conservadores y justicia escasa.
De obreros con muchos deberes y pocos derechos.
Esa fue la vida laboral que padeciste para poder sentirte orgulloso,
que en tu rancho, para los tuyos, nunca faltó el pan,
ni las enseñanzas, que hicieron de mi vida y la de mis hermanos,
personas de bien.
Que aprendieron desde las privaciones a luchar por sus derechos.
Autor con Derechos Nestor Salgado