Por aquella época abundaban los cuentos relacionados con la luz mala y los aparecidos; y en mi mente de adolescente al escuchar esos relatos casi se me personificaban aquellos seres espectrales o lumínicos que eran parte del relato.
También algunos gauchos contaban sus hazañas domando un potro y hasta aquel que recordaba la pelea a cuchillo entre dos gauchos por una mujer, o por diferencias en algún juego de Barajas.
Y luego estaban las exageraciones de cosas y casos poco comprobables, donde generalmente el que animaba la ronda de mates, previa algún asado, hablaba de su época de domador, o de bolsero en los galpones, en donde subía corriendo la escalera rumbo a la estiba de bolsas, cargando al hombro dos o hasta tres bolsas de trigo de 60 kilos....A decir verdad algunos changarines lo hacían, en más, en el camino hasta hacían malabares; eran hombres muy fuertes y curtidos en el trabajo que seguramente terminaron con su columna vertebral destrozada; pero era la manera de demostrarle al otro su valía.
Cada tanto llegaba a la estancia algún domador con cierta fama y el mayordomo le entregaba varios potros para domar y allí se quedaba un tiempo, ayudado muchas veces por alguno de nosotros, los peones más jóvenes, que nos ilusionamos con la idea de llegar a ser domadores famosos como este gaucho, pero lo que más conseguíamos en estas prácticas era recibir algún golpe de los macarrones sotretas que nos tocada como apadrinadores novatos.
Nestor Salgado
Foto sin regalía de px
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